06 enero 2007

ZAPATERO TIENE QUE DIMITIR


Quizá nos llamen extremistas, y piensen que somos enemigos del PSOE, pero la realidad es otra muy distinta. La cuestión, desorbitadamente grave, no va contra un partido concreto, sino contra una persona nominal, contra un político profesional que se ha equivocado, contra un gobernante que ha perdido su credibilidad y crédito político, contra una persona que anda perdido, sin rumbo, sin ideas, y arrastrando a muchos buenos compañeros y a todo un país a un abismo sin fin.

Lean hasta el final y nos juzguen antes de tiempo.


José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español, se ha equivocado. Los hechos lo demuestran, la realidad también; la Historia será su juez, no nosotros.


Zapatero, como se conoce habitualmente (aunque yo prefiero llamarle José Luis) apostó todas sus cartas político-partidistas a una jugada concreta: el fin del terrorismo etarra-batasuno. Para ello, se arriesgó a jugar con los asesinos de tu a tu, de colega a colega, con el mismo lenguaje, y éstos, criminales sanguinarios y psicópatas, no saben otro idioma que la violencia, la extorsión, la mentira, el engaño y el tiro en la nuca (o la bomba salvaje que mata indiscriminadamente)


Zapatero decidió que él y sólo él era el jefe único de eso que bautizó como Proceso de Paz. Él y sólo él ha dirigido el barco, siempre a la deriva, de la negociación. Llegó a regañar a su compañero Francisco López (el que se sentó a tomar café con los asesinos) porque se atrevió a opinar sobre el "Proceso". Zapatero se arrojó todo el poder y el derecho a conchabar un plan de Paz, dejando en segundo término a todos sus compañeros, colaboradores y técnicos.


El “Proceso” ha fallado. ETA-Batasuna tiene toda la culpa. ETA-Batasuna tiene toda la responsabilidad en los crímenes que nunca cesaron: extorsiones, violencia en las calles, amedrentamiento de los demócratas, cócteles incendiarios, etc. ETA-Batasuna jamás quiso, nunca se planteó la posibilidad de dejar las armas, cesar la violencia, entrar en el juego pacífico y democrático; jamás quiso ni creyó en el “Proceso” de José Luis, nunca, sólo han jugado con él.


Pero el presidente del gobierno español tiene toda la responsabilidad política de haberse creído el paladín de la paz, de haber soñado que él y sólo él era capaz de pacificar España (no sólo sufre el País Vasco) y tiene toda la culpa de haber hecho creer a muchísimos españoles que las cosas podían cambiar.


Zapatero ha pecado. O bien ha pecado de imbécil. O bien ha pecado de soberbio. O bien ha pecado de mentiroso. O bien ha pecado de incapaz. Pero lo cierto es que ha llevado al país a una hecatombe. Antes de que él se embarcara, unicamente acompañado de un puñado de pelotas ignaros y mezquinos, que sólo saben reírle las gracias, como el señor Blanco, posiblemente el político profesional español más rancio, fascista, cínico e incapaz de la historia moderna, ETA-Batasuna estaba acorralada contra la pared, estaba destrozada, incapaz de rearmarse, de rehacerse fuerte, incapaz de seguir machacándonos.


No fue un logro exclusivo del Partido Popular. Fue la conjunción de la unión real del PP y el PSOE, aún con la posición contraria de los partidos nacionalistas-independentistas: CIU, PNV. BNG, IU (Llamazares que cada día se parece más a su coleguita Blanco y que va a conseguir que la Coalición de Izquierdas desaparezca del panorama político español; claro, él acabará en el PSOE como su ex López Garrido) y el trabajo encomiable de los jueces y fiscales, quienes privaron a la banda criminal de sus recursos financieros, cerraron sus sedes y tabernas, evitaron sus encuentros y algaradas, etc. Fue la unión de los españoles lo que acabó con la cabeza de ETA-Batasuna bajo nuestras botas.


Pero Zapatero le dio la vuelta a la tortilla y soñó un plan el “Proceso” que significaba, de facto, levantar la bota de la cabeza de estos irracionales y devolverles todo el poder arrancado con sudor, lágrimas y mucha mucha sangre. Zapatero permitió que los asesinos volvieran a la calle a hablar, manifestarse, gritar y, sobre todo, delinquir y atemorizar al Pueblo. Zapatero permitió que los asesinos volvieran a soñar con estar en las Administraciones, controlando a los ciudadanos y, desde estas atalayas, continuar su política asesina. Zapatero hizo que la Bestia se sentara en el ágape celestial, hablándoles de tu a tu. Zapatero hizo que todo el país, España, democrático cediera ante los criminales: los fiscales se relajaron, la policía se relajó, los políticos vascos se conchababan con Batasuna y tomaban café juntos; incluso permitió que la duda de la reedición de un tripartito vasco tomara realidad formal (así lo vienen denunciando algunos socialistas vascos acusando a López de querer repartirse el poder del PNV acompañado de ETA-Batasuna)


José Luis Rodríguez Zapatero, henchido de orgullo (pecado principal) cegado por el odio al Partido Popular, envenenado con las propias mentiras que él y sólo él iba creando, llegó a poner a ETA-Batasuna a la altura de cualquier otro grupo ciudadano, político o no, tratándoles por igual y pidiendo, cuando no exigiendo a todos los españoles (por supuesto, también lo ha impuesto en su Partido, cada día más roto) que tragaran con las mentiras sobre el “Proceso” y que tragaran que a ETA-Batasuna había que aceptarla tal y como era.


Zapatero se olvidó de que es un estadista; al menos le pagamos para ello. Se olvido o jamás lo ha aprendido, de que en una causa bélica, el vencido debe: primero rendirse, después humillarse y aceptar la derrota y la victoria de su rival, tercero aceptar la pena que se le imponga (a los etarras, a todos, asesinos con pistolas o asesinos con plumas, la cárcel) y por último, esperar misericordia de los vencedores; y misericordia es solicitar una gracia de la que no se es merecedor.


Pero Zapatero cambió la filosofía del Estado y pretendió que se negociara sin haberles derrotado. Quiso que se les aceptara sin que hubieran dejado las armas y pedido perdón. Impuso un trato preferente para los que sólo merecen el desprecio y la cárcel. Y se equivocó.


Además, ETA-Batasuna se ha desgañitado gritando que el Gobierno (Zapatero) no estaba cumpliendo los acuerdos adoptados y no cumplía las promesas hechas: anexión de Navarra, traslado de presos al País Vasco, amnistía, etc. Y ETA-Batasuna, que son malas bestias pero no gilipollas, se cansó de jugar con Zapatero (y con España) y volvieron a su actividad normal: matar.


José Luis Rodríguez Zapatero se ha equivocado y no hay enmienda, porque a los muertos no se les puede devolver a la vida. Su error ha costado 2 vidas humanas (de momento, esperemos que el tercero sea un error de la familia) y esto no tiene solución ni marcha atrás. Cualquier Primer Ministro europeo habría dimitido a las dos horas. Zapatero ni siquiera ha pedido perdón y, encima, no nos ha asegurado que el “Proceso” se haya finiquitado. Su ministro Rubalcaba le ha rectificado en este concreto. Su Vicepresidenta, la política socialista mejor valorada y una mujer capaz y veraz, ha hecho la espantá. Y su ministro y mejor amigo, Alonso, no sabe no contesta, aunque en él está la responsabilidad de los Servicios Secretos que debían estar jugando al mus.


Zapatero tiene que dimitir. Tiene que marcharse porque todo su crédito lo ha perdido en un momento, lo que tardó la explosión. Tiene que dejar que otro compañero socialista se haga cargo del barco hasta las nuevas elecciones.


No es cuestión de que se celebren nuevos comicios. Con Zapatero fuera, en su casa y arrepintiéndose toda su vida del error que ha costado dos vidas, la Vicepresidenta actual podría actuar de presidenta y llevar a España por otros derroteros más lógicos, más reales, más serios y más socialistas.


Fernández de la Vega es una mujer de estado (véase sus encuentros con la Iglesia-Vaticano) que le ha apagado todos los muy numerosos fuegos a su jefe. Es el político mejor valorado del país, respetado por sus compañeros y rivales y por los ciudadanos. Sería una excelente presidente del gobierno en funciones. No hay duda. Y, sobre todo, es inteligente no como ZP, es coherente no como ZP, es más justa no como ZP; y no está llena de odio, orgullo, falsedad y desprecio como ZP.


España no se merece a un gobernante como José Luis Rodríguez Zapatero. El PSOE no se merece a un jefe dictador y sátrapa como José Luis Rodríguez Zapatero. Y tanto los socialistas como los españoles tenemos que hacer lo posible porque sle largue a su casa y nos deje en paz, en la Paz de verdad.


Unas nuevas y adelantadas elecciones con María Teresa al frente de los socialistas podrían traer la victoria al PSOE. Con ZP al frente de esa misma candidatura sería el fin de su partido, el fin de la democracia y el fin de España.


De momento, ZP ha dejado dos muertos reales y muchos cadáveres políticos detrás: Guerra, González, Bono, Ibarra, Maragall, Rubalcaba, Redondo, López ... Ellos mismos. Pero España no puede seguir soportando a este gobernante que sólo ha sabido reeditar a ETA, resucitar la división de las dos Españas, potenciar al nacionalismo más rancio y paleto y convertirnos en un país triste, apático y deprimido.


Nunca mais.


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