19 diciembre 2006

QUÉ BUEN ALCALDE HUBIERA SIDO

Ya sabemos los candidatos a alcalde en Getafe de los tres partidos principales. Parece ser que la cosa es inamovible, pero, nunca se sabe.

Lo cierto es que por sus obras les conoceréis. Más que por las palabras, a un político profesional se le debe valorar (y votar) por sus obras, por sus gestos, por su forma de ser, pensar y comportarse. No es así la mayoría de las veces, pero es gratificante encontrar pequeños detalles que dicen mucho -y bien- de las personas que se dedican profesionalmente a la política.

Y esto es lo que ha ocurrido con un político socialista que estuvo, en su momento, en los mentideros como posible candidato a la alcaldía. Fue un rumor, un secreto a voces, incluso se podría decir que una posibilidad real, pero como tantas cosas alrededor del Poder en Getafe, se quedó en simple quimera. Por cierto, un sueño cierto para muchos, ciudadanos y socialistas.

Nos referimos al concejal D. José Manuel. Éste veterano político aunque joven persona, era un firme candidato a suceder a D. Pedro. Era momento de cambio, de la posibilidad de que algo se moviera en la calle Huesca. Pero las cosas no fueron por ahí. D. José Manuel entró en la terna junto con otros tres compañeros. Todos tenían, más o menos la misma oportunidad, aunque en la cabeza de salida estaba D. Francisco David. Sin embargo, desde la Segunda Planta se orquestó una estrategia, nada soñada, para hacer caer en el ostracismo a los posibles sucesores. En aquellos meses, la situación del partido socialista no era tan mala, y prácticamente nadie barruntaba la posibilidad de perder el Poder. Eran, eso sí, momentos de pergeñar el cambio, y desde todas las familias se formularon posibilidades, sondeos de fuerzas, encuentros y desencuentros, movimientos orquestales en la oscuridad...

Cuatro eran los concejales con posibilidades reales de suceder a un alcalde cansado y con pocas ideas nuevas.

D. Francisco David era el firme candidato de casi todos. Juventud, tenacidad, posibilidades demostradas de gestión, imagen y carisma ciudadana. Todo estaba de su parte para acceder a la sucesión. Por eso mismo se precipitó su nominación oficiosa. En realidad, los fontaneros trabajaron estupendamente, contra el candidato, presentándole como una realidad, por lo que, desde la Segunda Planta, se ideó y decidió que era necesario bajarle de la tarima. Dicho y hecho. El candidato fue ninguneado y privado de la sombra del poder. De hecho, el número dos ha sido, muchas veces, número uno, pero jamás ha ostentado la vara de mando real; menos en el partido. D. Francisco David tanteó sus fuerzas y fue traicionado. Muchos de los que alardeaban y voceaban su deseo de cambio, su apoyo a una persona más joven, su satisfacción porque era la persona adecuada para luchar contra un Centro-Derecha in crescendo, le dieron de lado cuando los teléfonos sonaron y exigieron lealtad; cosa que, por otro lado, era lógico, porque muchos de los que apoyaron de boquilla a D. Francisco David, debían sus dádivas al número uno, y para éste, era alta traición. De hecho, uno de estos traidores no sabe que hacer por contentar al jefe, mientras que todo cuanto intenta le sumerge más y más en el profundo pozo del no existir.

Cuanto mayor era la popularidad y el apoyo a D. Francisco David, mayor fue el bloqueo a que fue sometido, tan sutil como real. Y con ello, se quemó (como se dice en política) al corredor antes de comenzar la carrera.

Otro candidato que sonaba en los mentideros era D. Francisco. Pero en este caso, la situación era distinta. Primero porque él explicaba a sus íntimos que no pretendía presentarse a la candidatura, aunque como buen socialista convencido, haría lo que el partido le pidiese. Lo cierto es que buena parte de la agrupación, observando que D. Francisco David era chamusquina, oteó el panorama y no parecía tan mal la posibilidad. Su condición de concejal del hermano rico del ayuntamiento le suponía un handicap aún mayor. De hecho, y con lo que empezaba a caer, no sería bien visto por la ciudadanía que de la Tercera Planta se bajara a la segunda. Sin embargo, D. Francisco contaba con mucho haber en su favor: buen gestor, excelente pacificador, auténtico apaciguador de la tormenta que estaba cayendo y del barro que se ha formado después; controlar su área es exquisitamente complicado, como elaborar cocina de diseño, y este deportista sabía perfectamente orquestar el partido; y los resultados están ahí, para envidia y rabia de muchos, amigos y enemigos.

Por eso, lo mejor era darle la responsabilidad de la Agrupación, de manera que fuera más complicado aún el ascenso a la selección. Como juez y parte, difícil. Como controlador de las familias, imposible. Manera sutil de mantener al lado del inquilino de la Segunda Planta a su peso pesado más resolutivo. El número dos del partido no podía ser el número dos de la alcaldía. ¿Me siguen?

El tercero era D. David. Su principal problema: ser hijo. D. David, callado y oscuro al principio, ha resultado, con el tiempo, lo mismo de silencioso pero ejecutivo con buenos resultados. D. David se ha tenido que enfrentar a sus críticos naturales, a sus compañeros que siempre le han visto como el sucesor natural, a sus camaradas de gobierno que le han eclipsado todo cuanto han podido. A todos. Pese a esto, ha sabido ver más allá, premostrar lo que ha de venir y, apoyándose en su juventud, tesón y propios pensamientos, objetivar una ciudad absolutamente distinta a la que piensa y sueña el Inquilino.

Sabedor de que el mundo gira más deprisa, D. David se subió al carro de la tecnología, la comunicación y el desarrollo, y a la chita callando, ha sabido orquestar una partitura que resulta composición armoniosa y adecuada para el Getafe del siglo XXI. Menos sueños y más virtualidad. Menos quimeras y más bits. Menos utopías y más internet.

Pero su condición de familiar no era adecuado para la sucesión. Por si las moscas, desde su entorno se precipitaron todo tipo de críticas cuales, bien aireadas en el mentidero, se transformaban en puñales criminales. El silencio a su alrededor, hizo el resto. Su frase "algunos estamos para trabajar, que los demás... Le ha proporcionado alguna simpatía (como la mía) pero le ha granjeado muchas más intrigas, sospechas y vendas antes de herida.

El cuarto en discordia es, precisamente, el protagonista de nuestra crónica de hoy, pero deberá querido hipotético lector (hay quien sigue afirmando que no nos lee casi nadie) esperar a mañana; como las buenas series de televisión.

Lo dicho, hasta mañana.

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