No es que se tratara de un combate, pero no es menos cierto que la Paz que traía el Papa romano estaba siendo maniqueada por Moncloa y su poderosísimo entorno político y mediatico.
Benito XVI ha venido a España a una sola razón: reunirse con las familias católicas de todo el mundo, tal y como se ha hecho en otras ocasiones en otros países y en 2009 se hará en México. Además, también traía su equipaje cargado de apoyo moral, fraterno y catedralicio para los millones de católicos españoles que en los últimos tiempos se sienten apaleados por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
El Papa llegó, vio y venció; es decir, convenció con sus increibles dotes teológicas, su desbordante amor fraterno y su exquisita educación y respeto a todos. Habló de lo que tenía que hablar: de la Familia, de la importancia máxima de esta institución para conformar una Sociedad, del deber de los padres hacia con los hijos y viceversa, incluyendo a los abuelos, como pieza fundamental y al resto de congéneres.
El presidente Zapatero y su gobierno hicieron y se comportaron de forma absolutamente contraria al Sumo Pontífice. Mientras que Vaticano realizó una queda pero resolutiva actuación de Estado, el gobierno socialista de ZP no estuvo a la altura de las circunstancias. Una vez más, Rodríguez Zapatero demostró que no es, por que no sabe serlo, un estadista. Se encuentra a mucha distancia de sus predecesores: Felipe González, y Jose María Aznar; y a años luz del Papa.
Cuando Zapatero ofendió, estúpida y gratuitamente, a la bandera de los EE.UU, demostró no tener ni pagolera idea del protocolo de Estado. Se le achacó su bisoñez gubernamental, se dijo que eran sus comienzos. Ahora han pasado más de dos años y continúa igual; no, peor.
Intentó hacerlo mal, como siempre en estos aspectos, en los funerales por Juan Pablo II y la consagración de Benito XVI, pero la Casa Real le puso firme, negándose a obedecerle, manteniendo su asistencia a Vaticano. De esta manera, de forma casi oculta por los Medios afines, Zapatero no tuvo más remedio que enmendarla y marchar a Roma como presidente de todos los españoles.
Ahora, de nuevo, ha vuelto a meter la pata como hombre de Estado. Negándose a acudir a la Eucaristía, principal acto del Papa, debido a la singular importancia de este sacramento, se ha puesto colorado de forma, otra vez, gratuita. Es cierto que aceptó ser recibido por el Papa, y que éste tuvo palabras cordiales de apoyo y colaboración de la Iglesia hacia el gobierno; incluso le dijo a la Vicepresidenta que "estaba seguro" de que con ella al frente de las conversaciones, el diálogo Iglesia-Estado mejorará. Pero Zapatero, de nuevo actuando como un niño chico, caprichoso y egoista, pensando que sus deseos y pareceres están por encima de su obligación como presidente del Gobierno Español, se negó a acudir a la Misa y a los otros actos. Alegó su vocera que no lo hacía por respeto, porque no es creyente (entiendo que se refiere a católico, ya que en algo creera, digo yo) pero no va por ahí la cosa. El presidente del gobierno, aún él, republicano y laicista, lo es de todos los españoles. Igual que, como republicano (que nada tiene que ver la República como sistema de estado, con la Fe) acude a los actos regios, porque D. Juan Carlos es el jefe del Estado, debería acudir a un evento de tamaña trascendencia como el que nos ocupa, porque no era un obispo cualquiera, sino un Jefe de Estado, el Pontífice de 1200 millones de personas, porque todo el planeta estaba mirando hacia Valencia, a través de los 4000 periodistas acreditados (a los que, por cierto, Moncloa a tenido en un brete y ha hecho todo lo posible por boicotear su trabajo, solicitando dobles acreditaciones), y porque muchos, muchísimos españoles se lo estaban pidiendo a gritos.
Ha quedado el gobierno español, es decir, España, fatal ante el mundo entero, ya que no se comprende que el primer ministro de un país, haga un feo semejante a un Jefe de Estado extranjero. Pero claro, si tenemos en cuenta que Zapatero está haciéndole feos continuos a la propia Casa Real española, lo entendemos todo.
No es un asunto de fe, ni de la Iglesia, cual camina con la misma fortaleza de siempre, pese a los intentos de Moncloa por ponerle troncos en el camino. Se trata de que ZP no sabe a quien representa. Se lo decimos clarito: a España, y en su sueldo entra lo que le gusta y lo que no. Los propios periodistas extranjeros se han quedado helados ante el desplante de Rodríguez Zapatero, algo a lo que no se han atrevido otros estadistas. Debería saber este señor socialista que la Iglesia Católica inventó la diplomacia, de forma que lleva dos mil años en el mundo llevando el evangelio de Jesús a todos los rincones, pero llevándose bien con todos.
Benito XVI ha demostrado saber estar a la altura de las circunstancias. Sus discursos fueron firmes pero comedidos, sin insultar a nadie, sin molestar a nadie, defendiendo lo que la Fe y la Doctrina cristiana afirma: la familia como ente primario e indispensable para la sociedad. Pero eso si. la familia real, hombre y mujer más los hijos.
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