03 octubre 2006

¿A QUIEN TIENEN QUE VOTAR LOS CRISTIANOS?


Buena pregunta, ¿verdad?, ¿A quién tienen que votar los españoles que se consideran cristianos en las próximas elecciones?. Pese a lo que opinan los políticos profesionales, los cristianos tenemos la obligación de colaborar con la Sociedad en la que vivimos, y dado que el Sistema Partidocrático sólo nos permite la libertad de elegir a "nuestros representantes" para que efectuen la gestión de gobernar, debemos pensar mucho y bien a quién le vamos a otorgar nuestra confianza, nuestro voto.

Por encima de las ideas políticas está el derecho de Conciencia que, como seres humanos, todos tenemos. Este derecho de conciencia es trascendental, porque entra dentro del ámbito religioso, en el más profundo estamento de nuestro Ser.

Los cristianos católicos formamos parte de la Sociedad española, mal que les pese a las nuevas miríadas de políticos laicistas, que pretenden absorber en exclusiva el derecho de hacer política. Para ellos, con el presidente José Luis Rodríguez a la cabeza, los cristianos deben recluirse en las sacristías, y dedicarse únicamente a la catequesis, dejando el resto del devenir diario de la Sociedad a ellos mismos y sus adláteres agradecidos.

Pero la realidad es otra. El católico, que en España se cuenta por millones, tiene el derecho a votar, claro está, pero también a decidir, a compartir la sociedad, a elegir y hacerla caminar por donde su Conciencia determine. Exactamente igual que el resto de los ciudadanos no católicos, pero eso es, exactamente igual, no menos. Por extensión, los líderes espirituales de los católicos, los Obispos, como pastores y ostentadores de la cátedra religiosa, así como ciudadanos libres, tienen el derecho y la obligación de orientar a la Asamblea católica hacia el camino más cercano a Cristo, siempre siguiendo la vía principal del Evangelio.

A los políticos profesionales, a prácticamente ninguno, les gusta que los católicos en general opinen, menos aún los Obispos, porque el auténtico creyente lo hace con base a su Fe en Cristo y al mensaje de amor que nos muestra el evangelio de Dios. Y para menoscabar este derecho a pensar y a opinar, los políticos hacen todo cuanto pueden para evitar que los católicos actúen con libertad.

Pero como al campo no se le pueden poner puertas, de la misma forma, a los católicos no se les puede extirpar su fe, ni su conciencia cristiana, ni su derecho a seguir el Evangelio.

Y cómo los políticos sólo nos permiten opinar y decidir cada cuatro años en las llamadas elecciones libres, que no son tales, porque no aseguran la confidencialidad absoluta y son listas cerradas, por lo que has de tragar con lo que el partido de turno quiera, los católicos tenemos que orientar nuestro voto hacia el político o partido que, realmente, defienda y trabaje por los ideales cristianos y evangélicos. Es nuestro derecho y es nuestro deber.

Podemos recibir instrucciones a este respecto de nuestros pastores, los Obispos, podemos y debemos, al igual que los políticos orientan y arengan a las masas de ciudadanos, sólo que éstos, los políticos, mienten con descaro y normalidad; es decir, cada uno puede y debe decir lo que estime conveniente sin que el otro se sienta por ello atacado o vilipendiado. De hecho, los únicos que atacan y vilipendian son los políticos con sus engaños, mentiras e intercambio de favores.

Pero, ya sea con el consejo del obispo o no, los católicos debemos orientar nuestro voto hacia la opción que sea más cercana al Evangelio de Jesús, y en todo caso, negar el voto a aquellos partidos o políticos que defiendan y trabajen por causas anti cristianas, como son el crimen del aborto, el crimen de la investigación con embriones (auténticos seres humanos) las políticas contrarias a la familia como elemento estructural básico de la sociedad, política contra el matrimonio, etc.

Tenemos, los católicos, la obligación de luchar contra aquellos que mantienen posturas no respetuosas con los derechos humanos, contra los que hacen políticas en contra de la vida y los derechos de los más indefensos. Y como no nos dejan otra opción, debemos de luchar con nuestro voto.

Los partidos y los políticos se sienten por encima de la religión, del Hecho religioso, de la Moral, de la Filosofía, de la libertad de Conciencia, y por ello, además de aplastar a las distintas confesiones religiosas, principalmente a la católica mayoritaria, mantienen políticas contrarias a la mayoría de las confesiones espirituales.

Otra forma de atacar al catolicismo es, no lo dejemos de lado, el apoyo a la religión islámica y a sus postulados que son, no lo olvidemos, contrarios en gran parte a los derechos humanos. La política de ZP es de igualar a las dos religiones: Cristianismo e Islam en España, apoyando a éstos, en contra de los otros, sabedor de que España y Occidente (Europa principalmente) es cristiana por historia, por desarrollo y por sus ciudadanos. ZP ha llegado, con sus consignas laicistas, a igual los derechos de los ciudadanos españoles con los derechos de los que no son ciudadanos, menoscabando la propia Constitución española.

Se acercan las elecciones regionales y municipales. Los católicos tenemos que tomar buena nota de los programas políticos primero, y de la forma de hacer política real de cada político y gobernante después, y elegir entre aquellos que siguen una pauta cristiana. No valen medias tintas. Un político que defienda el aborto no puede ser votado, jamás, por un cristiano. Un político o gobernante que defienda la investigación con embriones-seres humanos, no puede ser votado por un cristiano. Igual sucede con otras fórmulas políticas tan en boga hoy día.

Quizá nos encontremos, después de analizar a todos y cada uno de los políticos y partidos, que ninguno se merece nuestro voto. Para ello tenemos una opción democrática perfecta: el voto en blanco o el voto nulo. Con ellos hacemos uso al derecho de elegir, de votar, pero les mostramos que ninguno nos sirve.

¿Qué pasaría si la mayoría de cristianos, las tres cuartas partes de la Sociedad española, votara en blanco? Pues que el Sistema partidocrático caería, y los políticos cambiaran su mensaje y discurso, alineándolo con las tesis cristianas. Ni más ni menos.

¿Es justo hacer esto? Por supuesto, es más, es nuestro derecho democrático: elegir a quien va a defender nuestros ideales.

Es el político el que tiene que acercarse a las ideas y deseos del ciudadano, el que se tiene que aclimatar a los deseos de la sociedad, y no el ciudadano y la polis la que se aclimate a la idea del político profesional. El Sistema está tan corrompido, tan prostituido, que el político no está al servicio de la ciudadanía, sino que ésta está al servicio del político y de su partido (o sea, del líder de ese partido)

No podemos consentirlo más. El católico debe tomar todos y cada uno de los programas electorales, leerlos y subrayar aquello que es anticristiano, y elegir en consecuencia.

La mayoría de los obispos callan cuando llega el proceso electoral, encerrándose en su sede catedralicia y esperando que pase el temporal. De esta forma, España está gobernada, en todas sus Administraciones, por políticos contrarios al Evangelio de Jesús. Sin embargo, hay obispos valientes que si dan la cara y están pregonando la realidad: los ataques a la Iglesia, las políticas contrarias a la doctrina, etc. Es el momento de volver la cara hacia esas sedes episcopales, como la de Toledo, donde D. Antonio ha tomado la mitra y el báculo (señal de autoridad y de cátedra) y está lanzando las consignas cristianas que nos orienten de cara, no sólo a la cita electoral, sino a la defensa de la Iglesia. Obispo, D. Antonio, que no teme enfrentarse con la clase política, con los partidos, cuando se trata de defender la Fe y la Iglesia, y lo mismo arremete, siempre con educación y caridad, contra la política de Zapatero que contra la postura de la candidata del Partido Popular a Castilla la Mancha, madre soltera por inseminación artificial que, encima, alardea de ello. Deberíamos exigir a nuestros obispos correspondientes la misma valentía y arrojo y la misma altura de Pastor, pero mientras esto se produce, el catolicismo debe virar la vista hacia Toledo y encontrar el camino.

Nos jugamos mucho, la propia supervivencia de la Iglesia.

No hay comentarios: