La inauguración del nuevo Corte Inglés del Bercial deparó algunas sorpresas curiosas. La primera, el enfrentamiento de algunos vecinos con el alcalde Castro, ciudadanos que se sienten estafados al no poder hacer aún uso de sus viviendas, pese a estar pagándolas y haber esperado casi diez años. La culpa no es de el alcalde, Pedro Castro, sino de la Junta de Compensación, claro está, el edil es responsable al permitir, tan socialista que es él, que los ladrilleros le organicen un barrio. Pero aunque no sea el culpable, suena mal y se ve peor que se acerque a inaugurar a bombo y platillo un centro comercial, cuando sus vecinos están en la puñetera calle. Es poco ético y políticamente un error irresponsable.
Pero lo más importante, lo que nos ocupa el pensamiento es el enfrentamiento entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y el alcalde de Getafe, Pedro Castro.
La presidenta llegó a El Bercial muy enfadada y dispuesta a desenterrar el hacha de guerra. La batalla comenzó en la Asamblea, cuando tras encajar varios golpes de Rafael Simancas (el invisible, porque para el PSOE no existe, no tiene ninguna importancia en Madrid, y eso que es el jefe del PSM) en cuanto a urbanismo. Simancas, tan inútil políticamente como siempre (cuándo aprenderá esta criatura) quiere basar su lucha electoral contra la, cada día más fuerte, candidata Popular en el urbanismo regional. Es bien cierto que el Partido Popular está sufriendo sus miserias urbanísticas en las ciudades y pueblos que gobierna, pero no lo es menos, que el PSOE tiene también muchas miserias y secretos inconfesables. Simancas quiso noquear a la Presidenta y ésta, hábil y rápida de reflejos, le conminó a organizar una Comisión de Investigación en la Asamblea en torno al “ladrillo”, o sea, del urbanístico regional, eso sí, incluyendo a Getafe socialista, nominativamente y a Rivas Vaciamadrid, izquierdista. Es decir, investigar lo hacemos, pero también incluimos a vuestros feudos; debió pensar la presidenta.
Esperanza Aguirre llegó a El Bercial y en lugar de comportarse cariñosamente con el alcalde, como hace siempre, le lanzó un par de puñetazos al hígado (dialécticos, no me sean mal pensados) que dejaron boquiabierto al veterano socialista. No se esperaba Castro esta entrada de su “amiga” presidenta, expresando, al ver todas las obras en construcción: “aquí hay mucha especulación”. El corte de Castro y su séquito fue morrocotudo. Desde siempre, la relación de ambos líderes cuando se encuentran en un acto institucional ha sido más que correcta, cariñosa y respetuosa. Pero en esta ocasión la presidenta fue a saco.
El tema ha sido poco analizado en los mentideros getafenses, quedándose como una anécdota del mal día político que estaba pasando Aguirre, o bien de una estrategia regional que sufrió Castro por que le tocó. Pero el asunto tiene mucha enjundia y promete trasformarse en un terremoto que, quien sabe, podría remover a más de un culo de su silla.
El tema transciende la batalla urbanístico-electoral que ha comenzado Rafael Simancas, aunque en este ámbito, promete ser sangrienta para ambos bandos, incluyendo a Izquierda Unida. El Partido Popular se ha cansado de escuchar que todo cuanto ellos emprenden en materia de vivienda es especulación, y cuanto hace PSOE e IU es social. Y han contraatacado, fijándose en la ciudad más corrupta urbanísticamente hablando del país después de Marbella: Getafe.
Getafe guarda muchos secretos, muchas miserias ladrilleras y muchos “poco éticos” cercanísimos al Poder. Pero, como decimos, el asunto transciende este aspecto.
Detrás hay otra guerra abierta: la Guerra de la Comarca Sur. La Comarca Sur, ese ideal que algunos propugnamos, está compuesta (con todo lo que está creciendo) por casi 2 millones de almas y forma, en realidad, una minicomunidad dentro de la Comunidad. Es la zona más próspera y más desarrollada, contando con los principales actores de la escena política madrileña. Es, además, el feudo de la izquierda socialista, el cinturón rojo, de forma que constituye un reto y una necesidad para la presidenta Aguirre.
Pedro Castro es, virtualmente, el jefe de esta Comarca, y detrás de su campaña por la capitalidad, valla incluida, está su deseo de dirigir y presidir la Comarca Sur, echando al PP de algunas ciudades claves como Móstoles. Esta sería la estrategia de Castro al vender su sueño de Capitalidad: al saber la imposibilidad de alcanzarla, acerca la posibilidad de entronarse comarcalmente.
Esperanza Aguirre sabe que el Sur es imprescindible para dominar a la Región, y que su principal baza política pasa por romper el cinturón rojo madrileño. Para ello, el enemigo a batir es Pedro Castro. Y Simancas se lo ha puesto a huevo.
Hablar de especulación urbanística es hablar de Getafe. Eso lo saben todos. Por ello, Esperanza Aguirre ha lanzado el órdago de la Comisión, porque sabe que los socialistas no se pueden permitir que la Asamblea entre en los secretos del ladrillo getafense, dominado y controlado por los “no éticos”. Pero la cosa está en saber si se trata de un órdago o de una estrategia bien definida. El PP tiene mayoría en la Asamblea y puede promover la Comisión de marras. De hacerlo, pondría a los pies de los caballos a varios alcaldes, entre ellos, algunos de los suyos, pero... ¿Merece la pena el sacrificio?
Posiblemente sí. Aguirre es consciente de la importancia de Getafe, del Sur, y de la Comarca. Es una batalla que no se puede permitir perder, por lo que, siguiendo la estela de Busch quien defiende que en toda guerra hay bajas por “fuego amigo”; habría compañeros a los que sacrificar por la causa. Además, si Aguirre renueva el cargo, cosa más que segura, buscaría a sus defenestrados compañeros el apaño necesario como para que su sacrificio martírico mereciera la pena. Pero, ¿y Castro?. Esta es harina de otro costal.
El Ayuntamiento, por boca del bueno de Francisco Santos corrió a declarar que el gobierno local no tiene ningún miedo a que se investigue judicialmente el urbanismo de Getafe. Con ello, el inteligente político socialista (éste si lo es, no como algunos compañeros suyos) metía en el mismo saco a Izquierda Unida, por si las moscas, y porque Gregorio Gordo está todavía campeando por las calles getafenses. Pero la cosa no va de eso. Las miserias urbanísticas de Getafe (como de la mayoría de las otras ciudades en entredicho) no son asunto judicial, en ello los jueces y fiscales poco pueden probar, son asunto político. Los ladrilleros se la cogen con papel de fumar y se cuidan mucho de mostrar un solo hilo del que pueda tirar el fiscal anticorrupción. Pero en cuanto a la decencia política, todo es diferente.
La Comisión regional no abordaría temas legales, no es su competencia, sino políticos, y aquí, el Ayuntamiento de Getafe tiene mucho, demasiado que callar. Y esta es el arma que tiene Esperanza Aguirre, y ella lo sabe bien.
No hablamos de que los ladrilleros pasen por el juzgado, sino que toda la trama urbanística de Getafe, comenzando por los “no éticos” tendrían que sentarse en la mesa inquisitorial regional, obligatoriamente, y responder a las preguntas del Partido Popular. Saldrían tantas cosas políticamente no correctas, que temblarían hasta los cimientos toda la estructura municipal de la ciudad. Y además, por la Comisión pasaría Francisco Santos, Francisco Hita, Alonso, Neira y el mismo Pedro Castro. Luz y taquígrafos para todos ellos (y muchos más), luz y claridad para poder mirar, de una vez, la ropa interior del ladrillismo getafense.
Y las elecciones en puertas. Si el urbanismo de Getafe pasara por la Comisión regional, la candidatura de Castro no haría agua, se disolvería como azucarillo en café caliente. Y esto pasa de ser un órdago a un aviso serio de ruina.
Simancas le ha puesto en bandeja a Esperanza Aguirre la cabeza de Pedro Castro. Cuanto más presione Rafael a la presidenta, más lo hará ésta sobre el alcalde getafense. Cuanto más acuse el PSOE al PP de especulación, más daño se producirá en la agrupación socialista de Getafe.
En juego está el Cinturón Rojo, la Comarca, y la Comunidad. Esperanza Aguirre se juega su ascenso a candidata para la Moncloa en las próximas elecciones. Lo sabe, lo quiere, y por eso lleva tres años apostando por Getafe, capital virtual de la Comarca Roja, y preparando el asedio político al gobierno del socialista Castro.
La guerra ha comenzado. Lo de El Bercial fue un primer aviso. Pero la realidad es que Pedro Castro tiene muy poco margen de maniobra. Está rodeado por las miserias y maldades urbanísticas. El Bercial levantado porque los vecinos, los mismos que le tienen que votar para alcalde no pueden entrar en sus casas. Izquierda Unida con el hacha levantada, amenazante, por la jugada que les quieren hacer con las parcelas (viviendas) que le corresponden al Ayuntamiento en Los Molinos-Buenavista, que se las quieren otorgar a las Casas Regionales y a otras asociaciones afines. Las asociaciones vecinales no cercanas al partido mostrando la realidad de una ciudad deplorable en cuanto a limpieza, calles, aparcamientos, etc. La Ecotasa y sus juicios...
Si con todos estos frentes, Pedro Castro tiene que acudir a la Asamblea a responder por la especulación urbanística en su ciudad, generalizada y consentida por más de dos décadas, las elecciones se van a transformar en la subida al Naranco.
Además, Castro quedaría solo, porque los “no éticos” salvarían su culo, ya que lo único que les podría preocupar es que fuese un juez quien les hiciera las preguntas.
Esperanza estuvo poco elegante, bien es verdad, pero en guerra abierta es difícil guardar las formas. Castro se quedó perplejo, pero peor quedará si el PP decide organizar la Comisión.
Y es que París bien vale una misa.
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