Los políticos del PSOE están empeñados en hacernos creer que la misión militar española a Líbano, que aún está pendiende de ser aprobada por el Parlamento, es una misión de paz, cuando esto es falso a todas luces, y más, es una cínica hipocresía.
Para empezar hay que alclarar que las misiones de las Fuerzas Armadas nunca son de paz, sino de guerra, ya sea para ganarla, ya sea para evitarla, pero el Ejército no es una ONG, no es la Cruz Roja, ni Médicos sin Fronteras, el Ejercito es el cuerpo armado que tiene como misión garantizar la paz para España, a costa de las armas.
Cuando el Ejército va a alguna misión, como Irak, lo hizo en forma de guerra, no de paz. no acudió allí para repartir bizcochos, sino en claro apoyo a los EEUU en su invasión ilegal. Fue un error de José María Aznar, porque en Irak no pintábamos nada, menos aún nuestro ejército, porque era un conflicto, una guerra que España no declaró a nadie, por lo que no fue legal (si es que a matar se le puede aplicar ley alguna)
En Afganistan, José Luis Rodríguez mantiene a nuestros soldados en una zona de guerra, en una guerra abierta contra los "rebeldes" terroristas talibanes; es decir, contra una de las formas más abyectas de integrismo musulmán. No estamos en Afganistán como soldaditos de ONG repartidores de dulces y medicinas, sino para apoyar al gobierno afgano contra todos sus muchos enemigos, "señores de la guerra" que desean volver a la etapa más oscura talibán, unos, y otros controlar el mercado de la droga y del gas.
Ahora hay otro nuevo conflicto armado en Oriente Medio: Líbano. José Luis Rodríguez ha cursado orden a todos sus acólitos para que voceen que se trata de una acción militar de Paz. Así lo ha hecho el viejo socialista Alfonso Guerra, el mismo que está en contra del Estatut pero que lo vota positivamente. Pues bien, Guerra ha dicho hoy mismo que se trata de una misión del Paz, y que el PP no se entera o no quiere la paz.
No es cierto. La misión de nuestro ejército en Líbano, caso de que el Parlamento la autorice, es una misión de guerra, aunque la promueva la ONU. Aclarémoslo.
No se trata de una misión de pacificación de una guerra abierta, porque ésta no existe (de hecho, aún no se conoce el detalle de lo que la ONU quiere que hagan los países colaboradores) sino que se trata de una misión de Interposición, armada y muy peligrosa, entre un ejército regular: Israel y un grupo de fanáticos terroristas islamistas: Hezbola. No hay una guerra, sino la defensa de un país democrático (aunque también es cierto que el Estado israelita actúa en ocasiones como un estado terrorista, y lleva su respuesta bélica hasta mucho más allá de lo deseable y lo honorable) de un grupo de asesinos que tienen sometido bajo el yugo del terror a otro país: Líbano, que controlan (controlaban) una franga muy importante de ese país soberano, y que reciben ayuda económica, armamentística y estratégica de los dos países más peligrosos de la zona: Siria e Irán, fuentes de una gran parte del Terrorismo Islámico (o Islamista, que luego se enfadan conmigo) Internacional.
Israel se ha defendido, pasándose, desde luego, de los ataques de estos fanáticos terroristas. Líbano, ha dejado hacer a su antojo a Hezbola, despreocupándose de su responsabilidad como Estado y demostrando su incapacidad para detener la lucha de guerrillas llevada a cabo por los terroristas islamistas; es más, les tiene simpatía y forman parte de su Parlamento. Israel, el estado más poderoso de la zona, reaccionó y creó, con sus armas y con toda la razón, una zona de seguridad entre el Líbano "normal" y el Líbano "tomado por Hezbola".
Israel lo ha dicho clarísimo: aceptaba la Fuerza de Interposición con la condición de que se llevara a cabo la orden de la ONU: desarmar a Hezbola e impedir que siga atacando a Israel. Si la fuerza de la ONU no es capaz de esta misión, Israel se reserva volver a atacar y masacrar a los terroristas y sus apoyos.
Por todo esto, España no va a una misión de Paz, a montar clínicas ni tiendas de chuches, sino a ejercer de ejército armado de la ONU para desarmar a los terroristas y evitar nuevos ataques islamistas. Esa es su misión, una tarea difícil y llena de riesgos, porque aquí no se pelea con un ejército regular, basado en el derecho internacional, las resoluciones de la Haya, de los Derechos Humanos, etc. Sino contra la forma más sanguinaria de terrorismo internacional, contra fanáticos que sólo viven (y luchan) por ver arrasado a Israel, contra asesinos apoyados por países terroristas, fundamentalistas, no democráticos, que ahora aluden que hay que revisar lo que la Historia dice del Holocausto alemán a los judíos.
Contra estos "angelitos" se las van a tener que ver nuestros soldados. Y esta es su profesión. Si el Parlamento decide que España se tiene que involucrar, sea, pero hay que decir la verdad, hay que ser valientes y plantear el asunto como es: no van nuestros hombres y mujeres a cuidar a niños desvalidos, sino a enfrentarse a fanáticos que no dudan en lanzar cohetes contra la población civil, cargarse de bombas y explotar un mercado, o cualquier otra salvajada, todas ellas fuera del código ético del soldado.
José Luis Rodríguez Zapatero, que ganó las elecciones vendiéndose como el gran Pacifista, está ahora atemorizado por perder este sanbenito, ya que cuando ha firmado la orden de marcha de nuestros soldados (ya han ido dos docenas) sabía, perfectamente, que los manda a una guerra abierta de guerrillas, de soldados con honor contra asesinos terroristas, de soldados bajo el imperio de la ley contra guerrilleros fanáticos sin código ni orden.
Y sobre todo, el presidente del Gobierno de España debe explicar a los ciudadanos de este país, que es muy posible que lleguen muchos ataudes desde el Líbano, que nuestros soldados morirán con honor en la batalla, pero que no se tratará de un lamentable accidente (como aún sostiene, cínicamente, con el caso del helicóptero en Afganisán) que será por una acción bélica en un conflicto en el que él, y sólo él, nos ha metido. Es su responsabilidad como jefe del Ejecutivo. Debe asumirla y cumplir en consecuencia.
Por cierto, mientras que Galicia entera ha ardido, y la catástrofe es bíblica por culpa de un gobierno regional que no ha sido capaz de cortar sus vacaciones, y mientras Galicia entera se muerde los dedos llorando ayudas, el mismo presidente ZP ha concedido 34 millones de euros al Líbano; aclaremos, a la zona de este país gobernada por Hezbola; es decir, le ha regalado 34 millones de euros de nuestros impuestos a un grupo terrorista que volverá a las andadas en cuanto se lo gaste en las armas que le llegan de Irán y Siria; porque de estos países petroleros ya está entrando millones de dólares americanos para reconstruir la zona y ganar-comprar voluntades. O sea, volver a empezar.
Por último, mientras que el mundo democrático entero lucha contra la decisión del sátrapa presidente iraní, de hacerse potencia nuclear, nuestro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ha dicho que Irán tiene derecho a tener la bomba atómica, como el resto de los países de la zona; lo ha dicho por boca de su Delegado del Gobierno para la Alianza de Civilizaciones, y no le ha debido parecer mal cuando aún no le ha cesado.